jueves, 13 de diciembre de 2012


La mañana y la siesta son los mejores momentos para el sexo





Según los sexólogos, el deseo de hombres y mujeres está en sintonía a esas horas. 

Hay quienes tienen relaciones sexuales apenas se levantan, antes de desayunar o de lavarse los dientes. Otros, lo dejan para el reposo de la siesta después de comer y una gran mayoría opta por la sensualidad de la noche. Más allá de los gustos, ¿cuál es el mejor momento para el sexo?
“Si nos basamos en los ritmos hormonales que varían a lo largo del día podemos concluir que los mejores horarios son por la mañana, cerca de las 9, y por la tarde, alrededor de las 16”, declara Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo. Coincide con los hallazgos de un estudio alemán, que reveló que las curvas del deseo de hombres y mujeres fluctúan por el ritmo biológico propio de cada sexo, y se reúnen a la mañana y a la siesta.
Empecemos por la mañana. El nivel de melatonina, la hormona del sueño, es muy alto ni bien nos despertamos, y la temperatura corporal es baja. Si bien el hombre tiene las hormonas sexuales disparadas, hay que darle tiempo al organismo femenino: entre las 8 y las 10 de la mañana las endorfinas de la mujer –hormonas relacionadas con el placer– alcanzarán su pico máximo. Por esto, el mañanero es mejor cerca de las 9. “Durante la mañana, aumenta la oxitocina y la testosterona, ambas hormonas estimulantes del deseo. Si además el sueño fue reparador, el cuerpo está mejor dispuesto para el encuentro”, agrega el doctor Ghedin.
La siesta es el otro momento ideal para el sexo. Cuando, después de comer, el deseo de varones y mujeres vuelve a concordar. “Contribuyen los niveles bajos de melatonina y cortisol –hormona asociada al estrés– durante la tarde”, explica el sexólogo, que aconseja que el almuerzo previo sea liviano y ligero en alcohol.
En la ciudad se diluye el buen hábito de la siesta y, entonces, es casi imposible hacerse un momento para el sexo. Tal vez sea por esto que la gran mayoría de las parejas, sobre todo las que tienen hijos, optan por los encuentros nocturnos durante la semana. El problema es que la melatonina ataca y sentimos ganas irrefrenables de acostarnos –y dormir–, en especial las mujeres. “Los varones tienden a expresar su necesidad sexual cuando se acuestan, incluso en medio de la noche, y las mujeres, durante el día. Para ellos, el encuentro es un modo de relajación. Al revés, muchas mujeres expresan que deben estar tranquilas, descansadas y en buen vínculo con su pareja para entrar en clima”, afirma la licenciada Josefina Rabinovich, sexóloga y terapeuta de familias y parejas.
La licenciada Diana Resnicoff, sexóloga clínica y miembro de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, defiende la mañana y la siesta como momentos ideales, porque en general el cuerpo está descansado y los chicos, fuera de casa. “Hay más tiempo y hay que recordar que hay que tener tiempo para que el encuentro sea bueno”, avisa. Paola Kullock, experta en sexo, es más descreída. Niega que exista “un mejor horario del día” para tener relaciones, pero sí admite que el encuentro debe darse “al estar descansado y con la mente despejada”.
Los expertos consultados señalan que, si bien los ritmos biológicos pueden beneficiar o no la libido, el deseo sexual es muy complejo y no hay que dejar de lado otros factores. “Es cierto que las hormonas condicionan nuestra conducta, impulsos, deseos y rechazos, pero también que los contextos favorables, la comodidad, los afectos, la confianza y otros componentes de nuestra vida personal y de relación, condicionan nuestras hormonas y, por ende, nuestro deseo”, concluye Rabinovich.
Positivas y negativas
Las hormonas influyen sobre el deseo y la excitación sexual. El estrógeno, por ejemplo, permite que se generen las emociones y agudiza los sentidos. En algunas mujeres, el deseo fluctúa con el ciclo menstrual: a veces es mayor en la mitad del ciclo; otras, aumenta justo después de la menstruación. La testosterona actúa especialmente sobre el deseo sexual masculino. Según el sexólogo Walter Ghedin, “tiene un pico durante la mañana y decrece al atardecer”. Los niveles de oxitocina y de endorfinas, que potencian el placer, se elevan durante el juego sexual previo, la eyaculación y el orgasmo. Ghedin explica que “la oxitocina ayuda a tomar la iniciativa y dispone el cuerpo a la acción”. Las hormonas que conspiran contra el deseo y la satisfacción sexual son la melatonina y el cortisol. La primera produce sueño. Su nivel es mayor entre las 2 y las 6 de la mañana. La segunda se mantiene elevada durante la vigilia y disminuye de 8 a 9.

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