Cuando era ministro de Néstor Kirchner renegaba de las quejas ruralistas que clamaban por “rentabilidades negativas” a causa de los derechos de exportación. Lavagna les respondía que “los productores agropecuarios están ganando muchísimo”. Siguiendo sus propios argumentos, hoy al campo le sobra rentabilidad.
En otros tiempos, no tan remotos, Roberto Lavagna polemizaba con el ruralismo que reclamaba por la eliminación de las retenciones argumentando –exactamente igual que ahora- una elevada presión tributaria, suba de costos por insumos dolarizados y el carácter “distorsivo” de los derechos de exportación.
Corría el año 2005 cuando el entonces Ministro de Economía salió al cruce de las críticas de la Sociedad Rural Argentina (SRA) que presidía Luciano Miguens, para asegurar que “los productores agropecuarios están ganando muchísimo”. Para demostrarlo el entonces conductor del Palacio de Hacienda presentó cifras (unos 20 indicadores) que lo probaban.
Lavagna sostenía que entre 2001 y 2005 se registraba un incremento de inversión en capital circulante del sector agropecuario en torno al 60%, además de la revalorización del valor de la tierra. “Los campos han subido de precios, y más en dólares”, espetaba el entonces ministro al ruralismo, casi indignado por las quejas que formulaban a través de los medios.
El funcionario de Néstor Kirchner aseguraba que “el diálogo (con el ruralismo) está siempre abierto”, en respuesta al destrato que la SRA acusaba por parte del gobierno al que calificaba de “indiferente” a los problemas del campo. Aunque el ministro aclaraba que el diálogo era posible sobre la base de datos ciertos porque “a partir de posiciones ideológicas es difícil avanzar en algo”.
Desde el sector la respuesta no se hizo esperar. El economista agropecuario Jorge Ingaramo aseguraba que la rentabilidad del trigo y del maíz había sido “negativa” en aquella campaña 2004/05 “a pesar del clima excepcional”. Y Ernesto Ambrosetti, economista de la SRA, consideraba que “Lavagna debería decir que los logros del campo están basados en la inversión del productor sin ninguna política en su favor”.
Para el ministro de todos los indicadores positivos que reflejaba el agro argentino tras la devaluación el más contundente era el valor de la tierra. “Cuando el bien de capital aumenta, es porque hay mayor rentabilidad”, señalaba categórico. El actual Economista del Frente Renovador de Sergio Massa, indicaba -ayer no más- que el valor de los campos “es el dato que mejor resume la expansión del agro y tira al cesto de basura cualquier discurso”.
Uno quiere creer que Lavagna no podría estar en contra de sus propios argumentos. Es decir que el valor de los campos es un indicador en el que mueren las palabras para dar paso a los números fríos, despojados de toda ideología sea cual fuere. Qué pasó desde entonces.
Según la Compañía Argentina de Tierras (CAT) una conocida organización inmobiliaria, los precios de los campos en la provincia de Buenos Aires desde 2005 a marzo de 2014 crecieron en promedio un 165%. Es decir desde que Lavagna afirmaba que ese era el indicador clave y que “tira al cesto de basura cualquier discurso” sectorial hasta marzo de este año los precios se incrementaron entre un 100% y un 238%.
Según los datos que publica la CAT entre abril de 2005 y marzo de 2014 el valor de la hectárea en la zona núcleo, la más rica del país (Pergamino, Salto, Rojas, etc.), trepó un 150% en el periodo. Allí se puede obtener un rinde de 10.000kg de maíz por hectárea o unos 4.000 de soja. Son campos que cotizaban en torno a 6.000 dólares la hectárea cuando Lavagna se enojaba con la SRA y que actualmente valen unos 15.000 dólares.
Aumentos tan significativos o más se registran en otras zonas bonaerenses menos productivas, e incluso ganaderas como en la cuenca del Salado donde los precios crecieron un 238% entre 2005 y 2014. En el sur triguero como Tres Arroyos, Necochea o San Cayetano los precios se elevaron un 150%, mientras que en el sudeste y el oeste un 100% y 200%, respectivamente, y en dólares para todos los casos.
Lavagna hace rato que adhiere a las protestas del ruralismo (las mismas que lo enojaban cuando era ministro) y señala que el campo ha perdido la rentabilidad después de su renuncia como funcionario. Para aplacar las ansias de la SRA (y aliados) presenta ahora como solución urgente lo que antes le resultaba inaceptable: eliminar los derechos de exportación.
Diego Ramírez
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