jueves, 14 de enero de 2010

Dirigentes politicos se reunen informalmente en Pinamar con Sergio Massa

Si Juan Perón viviera, debería darse una vuelta por el balneario CR. Por lo menos, si el fundador del justicialismo quisiera ver, sentados jugando a las cartas, al burako o hablando tranquilamente de política sin conflicto alguno, a distintas figuras del peronismo, cumpliendo de algún modo su sueño de unidad partidaria.

El ex jefe de Gabinete, Sergio Massa; el ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli; el diputado denarvaísta y yerno de Eduardo Duhalde, Gustavo Ferri; el ex funcionario de Carlos Menem, Fernando "Pato" Galmarini, comparten mate, asado y truco en el exclusivo balneario de esta ciudad, en el que también confluyen empresarios como Carlos Vila, y dirigentes radicales como el senador Pablo Verani y Lautaro García Batallán. Se trata de una atípica muestra de convivencia, por lo menos durante los días que comparten entre las carpas y el sol.

El peronismo, claro está, es mayoría absoluta en CR. Y Sergio Massa la figura que acapara mayor atención en la prensa gráfica y las revistas, al menos hasta el 10 de este mes, cuando emprenderá el regreso.

Siempre cerca de su esposa, Malena Galmarini, el actual intendente de Tigre recibió anteayer la visita de su suegro, Fernando "Pato" Galmarini, que hoy profesa una fe absoluta en el operativo retorno de Eduardo Duhalde.

"¡No me vengan acá a abrir los sarcófagos!" le dijo Massa a su suegro cuando lo vio llegar a la playa. Galmarini se quedó con ellos un par de días, "pero en un clima excelente, sin problemas", según cuenta Massa.

Cerca de ellos, Ferri explica por qué, a pesar de ser pariente del ex presidente Duhalde, está enrolado en las filas de Francisco De Narváez. "En 2006 él apostó por un proyecto claro en la provincia y eso me convenció", afirma Ferri buscando no enojar demasiado a su suegro, que aunque tiene casa en este balneario no apareció en lo que va de la temporada. "Es increíble el carisma que tiene, recorremos el conurbano y no hay con qué darle", insiste Ferri, dentro de un grupo que también integran otros dirigentes como la diputada provincial Mónica López, cercana a Duhalde. "Yo no vengo a apoyar a nadie", se ríe Massa, aunque aclara que es "rebelde, no disidente", como De Narváez.

Massa llama con un grito a Stornelli, que está carpa de por medio, pero el ministro de Seguridad bonaerense no se acerca.

Días atrás, el ministro había comentado a LA NACION que estaba "conforme con el operativo de seguridad que se ha desarrollado en la costa" y se lo veía relajado y feliz, pero sorpresivamente se llamó a silencio y no volvió a responder. "¿Che, sabés si Stornelli renuncia?", le pregunta un peronista a otro entre las carpas del sector verde de CR. Massa sigue jugando al truco con amigos y hablando de las empresas que invierten en Tigre, hasta que un abrazo traicionero lo sacude. "Le están haciendo una nota a alguien importante: el próximo presidente se va a llamar Francisco o Sergio", dice Vila, con un gorro rojo. "Vení, no podés decir eso, retractate", le contesta, pudoroso, Massa, mientras lo corre en la arena.

Burako y cartas
Ajeno a los debates, Verani se entretiene leyendo LA NACION, y luego se prende en un partido de Burako en la carpa de Ferri. "Son bravos estos muchachos", bromea el ex gobernador rionegrino y senador cobista mientras Massa lo llama "el más peronista de todos los radicales".

El vicepresidente del club Argentinos Juniors, Daniel Guerra, deja por un segundo las cartas y le recuerda a Massa recientes encuestas que hablan de su imagen positiva. "Una cosa es una foto, y otra la película", reflexiona el ex funcionario kirchnerista, con un argumento parecido al que usa el gobierno nacional para justificar la imagen negativa de la pareja presidencial.

Cae la tarde, fresca y soleada, en Pinamar. Las parejas de truco se distraen con el paso de Carolina Baldini, la escultural esposa del ex futbolista Diego Simeone. Massa se queja de una quemazón repentina y sigue eligiendo una camisa para su mujer, mientras el resto se saluda afectuosamente.

"Son así, parece que se pelean y se están reproduciendo", comenta un radical al ver la increíble escena de supuestos enemigos, contentos con una tarde en común bajo el sol pinamarense.

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