martes, 18 de enero de 2011

Las contribuciones fiscales excesivas

Esta nota, se encuentra escrita por un colega (Rodolfo Griffa) que me honra con la cortecía permitirme publicar la misma. Es algo extensa, pero de una riqueza más que valorable. Para leer y pensar:

Allá por 1854 Alberdi escribía:
  Las contribuciones fiscales excesivas
 Los impuestos desproporcionados atentan contra los fines mismos para los que fueron creados, desalientan las inversiones y atacan diferentes derechos y libertades también contemplados en la Constitución.
 “No hay garantía de la Constitución, no hay uno solo de sus propósitos de progreso que no puedan ser atacados por la contribución.”
Juan Bautista Alberdi, Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853, Edición Escuela de Educación Económica, nota a pág. 239
 Para Alberdi, los impuestos son el precio que hay que pagar para obtener el goce de los objetos establecidos en el Preámbulo de la Constitución: constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad. Para estos objetos está el gobierno y los impuestos. Pero nos advierte: “la experiencia prueba que estos fines pueden ser atacados por la misma contribución establecida para servirlos”.

Según el pensamiento alberdiano, el exceso de impuestos ataca a la libertad de industria y comercio en la medida en que esas actividades dejan de ser viables debido a esos impuestos excesivos. Algo que nos resulta familiar sin duda.

También advierte que se ataca al derecho de propiedad al llevar la contribución más allá de los límites de la renta.

Se ataca a la seguridad porque la gente naturalmente se defiende y entonces es perseguida y castigada por fraude.

Se ataca la igualdad “disminuyendo las entradas y goces del pobre”.

Por el contrario, “bajar la contribución es aumentar el Tesoro Nacional”. Señala que la baja del impuesto no produce un efecto de recaudación en el instante “de la misma forma que la siembra del trigo no produce al otro día que se siembra pero rara vez deja de producir al cabo de cierto tiempo”. Este efecto fue estudiado por el economista Arthur Laffer en la década del ’70, más de cien años después.

O sea que impuestos sí, pero para hacer cualquier cosa no. Y en todo caso impuestos bajos de manera de asegurar la recaudación y no bloquear la producción de riqueza, único motor del bienestar general (no exclusivo del "gobernante" de turno y su entorno.

Es preciso adoptar criterios simples probados y exitosos en nuestras políticas públicas. Es preciso hurgar en nuestro pasado y volver a las fuentes de nuestro progreso teniendo en cuenta estas sabias palabras que fueron escuchadas e implementadas exitosamente en nuestro país entre 1853 y 1946 y que en cierta medida las llevamos en nuestra sangre ya que nuestros abuelos y bisabuelos vinieron a estas costas cuando los impuestos eran bajísimos y el desarrollo por tanto altísimo. Dudamos que hubieran venido con el esquema impositivo de hoy. Dudamos que sus descendientes (lamentablemente nuestros hijos y nietos) quieran quedarse con este nivel de impuestos y consecuente escalada de pobreza y miseria.
  
La presión fiscal: ¿la prioridad la tiene el país o el fisco?

En la visión alberdiana, la riqueza del país era lo esencial y la del fisco lo accesorio. Importaba darle rango constitucional a este principio ya que “él solo constituye casi toda la revolución argentina contra España y su régimen colonial”.

“Hasta aquí el peor enemigo de la riqueza del país ha sido la riqueza del Fisco.”
Juan Bautista Alberdi,  ob. cit.supra, pág. 45.

La prioridad del país –o la Nación, como la llamaba– sobre el fisco se advierte al leer la Primera Parte de la Constitución Nacional, en donde al establecer derechos amplísimos para los habitantes, se veda al fisco del ejercicio de esos mismos derechos. Por ejemplo, en el artículo 14 el derecho a ejercer toda industria lícita es para “todos los habitantes” y no para “todos los habitantes y el Estado Nacional”.

El régimen español priorizaba al fisco y eso generaba una costumbre servil de resignación, que era al mismo tiempo la causa del atraso económico y de la carencia de libertades.

“Somos países de complexión fiscal, pueblos organizados para producir rentas reales. Simples tributarios o colonos por espacio de tres siglos somos hasta hoy la obra de ese antecedente que tiene mas poder que nuestras constituciones escritas”.

Pero la liberación de España ocurrida en 1816 no resolvía el problema: una cosa era la independencia de nuestro Estado Nacional respecto al español, pero otra la independencia del individuo frente al nuevo Estado Nacional. Mientras la Declaración de la Independencia de 1816 significaba lo primero, la Constitución de 1853 representaba lo segundo:

“Después de ser colonos de España lo hemos sido de nuestros gobiernos patrios, siempre Estados Fiscales, siempre máquinas serviles de rentas que jamás llegan, porque la miseria y el atraso nada pueden redituar.”

“El sistema económico de la Constitución argentina hiere a muerte a este principio de nuestro antiguo y moderno aniquilamiento colocando a la Nación primero que el Gobierno, la riqueza pública antes que la fiscal.”

La Argentina abandonó esta noción entre 1930 y 1946. Más que abandonar la visión, diríamos que venimos haciendo precisamente lo contrario, al punto de que hoy no tendremos al monarca español pero aquí hay un ejército de políticos y ñoquis que actúan como un ejército de ocupación colonial al cual hay que pagarle impuestos sin recibir servicios mínimos de seguridad.

Se impone volver a las fuentes y retomar el sentido de la sencillez y de las grandes verdades ya probadas que hicieron que la Argentina fuera una de las naciones más admiradas en todo el mundo.

----

El control de cambios

El pensamiento alberdiano es bien actual ya que luego de una década de libertad cambiaria hemos entrado nuevamente en la oscuridad del control de cambios.

“Son derogatorias de la libertad de comercio las leyes restrictivas del movimiento de internación y extracción de las monedas por ser la moneda una mercancía igual a las demás y porque toda traba opuesta a la libre extracción es la frustración de un cambio que debía operarse contra otro producto importado del extranjero. Tales leyes son doblemente condenables como iliberales y absurdas: como contrarias a la Constitución y a la riqueza al mismo tiempo.”
Juan Bautista Alberdi,  ob. cit.supra , página 45.

En la entrega anterior vimos que para Alberdi la existencia de un banco público fabricando “tiras de papel (obligatorias) que nada prometen ni obligan a reembolso alguno” era violatorio de la Constitución ya que “el poder omnimodo vivirá inalterable como un gusano roedor en el corazón de la Constitución misma”.

Alberdi completa aquí esa visión monetaria cuando condena el control de cambios. O sea, no basta con tener una buena moneda. Además hay que dejarla circular libremente.

En la cita transcripta se aprecia cómo Alberdi veía a la libertad económica y la libertad civil como las dos caras de una misma moneda.

Por un lado, lo absurdo de una ley restrictiva desde el punto de vista de la creación de riqueza: allí está el Alberdi economista que piensa en todas las transacciones beneficiosas que se podriín hacer y en las ganancias que se dejan de realizar, el capital por ende que deja de crearse, en las empresas que se podrían llevar a cabo con ese capital, en los empleos que se podrían generar con ese capital. En la jerga de hoy se diría: “en la baja tasa de crecimiento económico debido a la mala asignación de los recursos.”

Por el otro lado, está el temor al cercenamiento de las libertades (la frustración de un cambio). Allí aparece el arquitecto constitucional luchando contra el capricho del gobernante y en favor de los derechos civiles cuya ausencia padeció en carne propia durante el régimen de Rosas.

Y desde allí vuelve a tender un puente hacia la economía, ya que Alberdi sin esas libertades civiles no veía posible ni el desarrollo de la población, ni de los capitales y por ende toda posibilidad de progreso económico.

Alberdi vio como pocos la íntima conexión entre el derecho y la economía. En parte por eso tuvimos un gran país durante los 90 años de vigencia de la Constitución.

---

La moneda

Una de las principales preocupaciones de Alberdi era, justamente, la potestad del Estado de fabricar moneda y, sobre todo, la posibilidad de que emitiera billetes sin control alguno. Nuestra historia de hiperinflaciones pone de relieve la importancia de las advertencias que formuló al respecto uno de nuestros más lúcidos pensadores.

“Mientras el Gobierno tenga el poder de fabricar moneda con simples tiras de papel que nada prometen, ni obligan a reembolso alguno, el “poder omnímodo” vivirá inalterable como un gusano roedor en el corazón de la Constitución misma”.
Juan Bautista Alberdi, ob. cit.supra , nota a pág. 47.

El párrafo anterior no fue una afirmación aislada, sino el centro de la preocupación de Alberdi, a quien le horrorizaba la posibilidad de que el gobierno tiranizara a los habitantes con subterfugios y reglamentos que alteraran sustancialmente los derechos individuales.

Toda su obra apunta a impedirlo y prevenirlo. Por eso, en “las Bases” cuando redactó el artículo 14 de la Constitución Nacional estableciendo los derechos “sujetos a las leyes que reglamenten su ejercicio”, se ocupó también de escribir los límites que tenían que observar los poderes del Estado al redactar el contrapeso en el artículo 28 incluyendo un lenguaje tan preciso como: “los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no podrán ser alterados por las leyes que reglamenten su ejercicio”.

En el de la moneda, veía ese peligro de la conculcación de los derechos individuales a través de la falsificación de la moneda, perpetuada ya no por la delincuencia, sino por el Estado que tiene un poder de coerción infinitamente superior al de cualquier mafia organizada para tal fin. Ese es el gusano roedor al que alude.

Por lo tanto, su visión iba más allá de la de un economista profesional que ve suba de precios allí donde hay emisión descontrolada, sino que, sin desconocer este punto, su preocupación central, como buen arquitecto institucional o constitucional que era, apuntaba a la erosión de los derechos individuales producto de la emisión sin control.

Este pensamiento tiene mucha actualidad en la Argentina de hoy y observemos que una institución creada en 1930 para defender el valor de la moneda, en solo sesenta años consiguió dos hiperinflaciones  y que tuvieramos que quitarle trece (13) ceros, es decir:

                   1$ (1990) = 10.000.000.000.000$ (1930)

El Banco Central -contra su definición- está subordinado al Ministerio de Economía y éste a las "necesidades" políticas del momento. Jamás ha custodiando el valor de la moneda. Nunca ocurrió y dificilmente ocurra.: tarde o temprano habrá nuevas crisis de presupuesto por incapacidad administrativa y deshonestidad de nuestros gobernantes. Ningun presidente del Banco Central podrá resistir los desmanes de nuestra clase política ávida de recursos para despilfarrar y saquear.

----

Las empresas del Estado

Alberdi fue un gran crítico del papel que podría tener un Estado como empresario. Sus razones para mantener esta posición eran poderosas. ¿Aprenderemos alguna vez la lección? Por las dudas, repasemos...

“El gobierno no ha sido creado para hacer ganancias, sino para hacer justicia; no ha sido creado para hacerse rico, sino para ser el guardián y centinela de los derechos del hombre, el primero de los cuales es el derecho al trabajo, o bien sea la libertad de industria”
Juan Bautista Alberdi,  ob. cit.supra, pág. 47.

Es decir, el gobierno no debe hacer ni buenos ni malos negocios: directamente no debe hacer negocios.

Alberdi era sumamente crítico del Estado empresario. Diríamos que por dos razones.

La primera era por una cuestión de eficiencia ya que le parecía que “la idea de una industria pública era absurda y falsa en su base económica” Como hacer algo medio de brutos que “invierte y trastorna todas las nociones de gobierno y todos los principios de la sana economía política”

La segunda razón le preocupaba más aún. Desde que el Estado para él era “el guardián y el centinela de los derechos del hombre” para proteger a la gente en sus derechos “el primero de los cuáles es el derecho al trabajo” veía que si ese Estado se apoderaba de esos derechos en forma exclusiva, estaba haciendo todo lo contrario a la razón por la cuál fue creado.

Por la segunda de las inquietudes hizo más que escribir opiniones. Escribió su proyecto constitucional, luego sancionado en donde puso en el art. 14 nada menos que : “Todos los habitantes de la Nación Argentina tienen los siguientes derechos:... a trabajar y ejercer toda industria lícita”.

Cuando se refiere a “los habitantes”, no se está refiriendo “al gobierno” sino que lo está excluyendo ya que el gobierno no es un “habitante”, sino que es a quien pusieron “los habitantes” para que custodie sus derechos, entre ellos el de ejercer toda industria lícita.

Entonces cuando piensa en una posible ley que otorga un monopolio al Estado para una actividad comercial es terminante al decir que el Estado no tiene el derecho a la exclusividad porque al obtenerla priva a “todos” en el primero de sus derechos.

“La ley que de al Estado el derecho exclusivo de ejercer las operaciones conocidas por el código de comercio como operaciones de banco o como actos de comercio, es una ley que da vuelta a la Constitución de piés a cabeza y que además invierte y trastorna todas las nociones de gobierno y todos los principios de la sana economía política”.

El punto de la exclusividad es muy importante. La idea que el Estado no pueda hacer una actividad empresaria por no ser un “habitante” no es tan fácil de entender para muchos aunque la inclusión de esa palabra me hace admirar la sutileza de Alberdi cada vez más. Pero que el Estado lo haga en exclusiva produce un rechazo bastante amplio porque que a uno le prohiban algo, intuitivamente no le gusta a nadie. ¿Qué importa todo esto? El punto es que si el Estado no lo hiciera en exclusiva: ¿cómo se mantendría en el negocio dada su universal ineficiencia relativa al sector privado? Es que una empresa estatal sin monopolio es una contradicción en sus términos y las que tuvieron que competir como los ferrocarriles ayer y Aerolineas hoy, perdieron a raudales.

Si se acepta que no debe haber exclusividad no hay empresa estatal que sobreviva en el largo plazo. Eso sí, en el interín hace bastantes destrozos. Esperemos que nuestros presidentes abandonen la peregrina idea de volver a las andadas.


-----

La deuda pública

Las reflexiones que Juan Bautista Alberdi nos dejó acerca de las obligaciones contraídas por el país, contrastan fuertemente con las políticas impulsadas en la actualidad.

“...Será preciso que los gobiernos argentinos sean muy ciegos para que desconozcan, que faltar a sus deberes en el pago de los intereses de la deuda, es lo mismo que envenenar el único pan de su alimento y suicidarse: es algo más desastroso que faltar al honor, es condenarse a la bancarrota y al hambre”
Juan Bautista Alberdi, ob. cit.supra, pág. 155.

Contrasta el pensamiento de Alberdi por lo menos con la actitud de hoy de casi burlarse de los deudores al ofrecer quitas del 90 por ciento del valor actual sobre la deuda del Estado Nacional.

Esa actitud hostil llega al punto de que ni siquiera se permite un razonamiento similar cuando quien tiene bonos pasa a deberle al Estado Nacional, por ejemplo, sus impuestos.

En ese caso, el gobierno no admite como forma de pago sus propios títulos. Como si esto fuera poco, por cualquier atraso hay que pagarle el 3 por ciento mensual. Claro que si la que se atrasara fuera la AFIP, por ejemplo por retenciones en exceso, reconoce el 6 por ciento pero anual...

Se ve que la simetría no es el fuerte del Estado Nacional: aplica una lógica cuando debe y otra completamente distinta cuando le deben. Cuando debe no paga y es una víctima de vaya a saber qué conspiración. Y cuando le deben pasa a ser el malo, intimando, cobrando intereses casi usurarios. Por último, cuando retiene indebidamente, se hace el distraído.

La referencia de Alberdi respecto a la bancarrota y el hambre, es obviamente, porque sin capitales frescos no hay forma de acompañar el crecimiento que él vislumbraba y que nosotros hoy necesitamos con urgencia para paliar el hambre y el desempleo.

No habrá capitales frescos de magnitud, entre otras cosas, hasta que no se arregle el asunto de la deuda pública a satisfacción de ambas partes.

Nota del director:
Gracias al Colega Rodolfo Griffa por esta Nota, la cual valoramos mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario