martes, 29 de octubre de 2013

Se largó la carrera 2015: Massa y la paradoja de ser opositor y tener que convocar a la tropa K


El llamado a sumarse a su partido sin preguntarle a nadie de dónde viene, da el puntapié inicial para el armado de la campaña con aparato peronista. En la vereda opuesta, Scioli aparece como el gran derrotado y corre el riesgo de perder apoyo Kirchnerista.
Como se estilaba en los tiempos de la monarquía cuando moría un rey y automáticamente se entronizaba a su heredero, podría decirse que la frase que sintetiza lo ocurrido en la elección de ayer es: “El peronismo ha muerto, viva el peronismo”.
En las próximas horas, los politólogos y dirigentes partidarios desarrollarán sus teorías respecto de si la gente optó por un “voto castigo” o si, más bien, quiere seguir con el modelo pero en manos más confiables.
Si lo que rechazó fue la política de Cristina Kirchner y su “relato” ideologizado y confrontativo, o si demostró su malestar con las gestiones provinciales, empezando por la de Daniel Scioli en Buenos Aires.
Lo cierto es que, cualquiera sea el análisis, la conclusión es la misma: en la “pole position” para la carrera presidencial de 2015, la fuerza mejor posicionada es un frente peronista en el cual los principales dirigentes han sido parte importante de la década kirchnerista.
Sergio Massa debe estar pensando que su fórmula de campaña probó ser la correcta: nada de confrontar, siempre proclamar que hay que conservar lo bueno y corregir lo malo y mostrarse dispuesto a recibir a quien se quiera sumar, venga de donde venga.
Este último punto, sobre todo, fue clave en la formación de su nueva fuerza política. Y será más importante en los próximos días, cuando se abra el “libro de pases” de quienes estén preocupados por cumplir la gran máxima de todo peronista: conservar el poder a rajatabla.
Las urnas dejaron un mensaje entrelíneas que va más allá de cuántos diputados y senadores tuvo cada fuerza. Ese mensaje se resume en dos palabras: “Massa conducción”.
Era, en definitiva, lo que había que confirmar, y se confirmó.
Hasta el momento de votar, los dirigentes peronistas tenían fresco en su recuerdo el discurso que había pronunciadoCristina Kirchner la noche de las primarias de agosto.
Estaba presente su advertencia en el sentido de no encandilarse con las nuevas estrellas y su recordatorio sobre lo que había pasado con Francisco de Narváez en 2009, cuya imagen política se diluyó luego del triunfo.

El mensaje,
 por supuesto, no era para el exterior sino para la interna peronista: no había que apresurarse a los realineamientos y a la tentación de irse con Massa, porque no estaba dicha la última palabra y el kirchnerismo siempre resurgió cuando lo daban por derrotado.
Esa arenga abrió una expectativa, en el sentido de si con algunas medidas populistas en lo económico y algún ajuste en la comunicación de la campaña, se podría achicar la distancia entre Martín Insaurralde y Massa. Y así poder argumentar que el “proyecto nacional y popular” seguía teniendo una base de apoyo político.
Pero muchas cosas cambiaron desde aquel momento.
Primero, porque quedó en claro que las medidas económicas -como el alivio en el impuesto a las Ganancias- eran tardías y además no podían mover el amperímetro electoral, ya que era un beneficio dirigido a un sector social que ya tenía decidido no votar al kirchnerismo.
Y segundo, claro, por el quebranto de salud de la Presidenta, que corrió el protagonismo de la campaña hacia la figura de Daniel Scioli, lo cual introdujo una situación novedosa: la contienda entre un opositor al que acusan de ser kirchnerista disfrazado y un kirchnerista al que acusan de opositor infiltrado.
Dos moderados que proclamaron que había que mantener lo bueno del modelo, pero corrigiendo la inflación y combatiendo al delito. Sin ahondar demasiado en si ese objetivo implicará recortar el gasto público, corregir el tipo de cambio, aumentar las tarifas de los servicios y asumir más deuda soberana.
Una convocatoria que no pide currículum
El resultado de ayer demostró quién es la figura a la que el electorado considera mejor posicionada para ser“tutor” del modelo.
“Massa comenzó buscando los votos desencantados del kirchnerismo, para después pasar a sumar el de los opositores sin perder los primeros. Terminó centrando sus críticas en la inseguridad y la inflación, que son dos fracasos del Gobierno Nacional para la opinión pública. El sector que le criticaba haber sido oficialista lo haterminado votando en gran medida, al verlo como la única opción eficaz para derrotar al oficialismo”, analiza el politólogo Rosendo Fraga.
Y destaca que el tigrense tuvo un acierto clave en el tono de la comunicación: “La política es cada vez más gestual y menos discursiva y ello es un fenómeno global. Posiblemente Massa sea quien mejor desempeña lapolítica de gestos en lugar de la política de discurso“.
También tomaron nota de ello, antes que nadie, los dirigentes peronistas.
En consecuencia, es de esperar que el “período de pases” de dirigentes kirchneristas hacia la agrupación deMassa, que había empezado con discreción y bajo perfil, ahora se hará desembozadamente y a la luz del día.
Massa favorecerá ese traspaso, y ya demostró que no rechazará a quienes tengan un pasado kirchnerista. De hecho, reservó este punto para el cierre de su discurso: habrá una convocatoria amplia y no se le preguntará a nadie de dónde viene.
El ámbito donde Massa tendrá que librar su nueva batalla política es en la arena parlamentaria, un ámbito desconocido para él, que ha forjado su carrera desde el sillón de la intendencia de Tigre.
Su discurso de anoche estuvo centrado en el “programa de gobierno” que empezará a impulsar desde la banca de diputado, donde nuevamente enfatizó la necesidad de evitar las antinomias características del kirchnerismo y evitó definiciones concretas sobre las urgentes medidas que habrá que adoptar en el plano económico.
Scioli, el gran derrotado
Mientras caía papel picado sobre el bunker de Massa, en la vereda opuesta los candidatos y funcionarios oficialistas hacían su mejor esfuerzo por disimular el ambiente de derrota.
Algunos lo lograron con más convicción que otros, como el vicepresidente Amado Boudou, a quien se veía contento por el impensado protagonismo y su oportunidad de reconfirmar su lealtad a la Presidenta. A su lado, la cara deScioli contrastaba fuertemente con el entusiasmo oficial.
El gobernador bonaerense fue el gran derrotado de la jornada. Tanto que su propio proyecto político personal está ahora en un cono de dudas.
Había sido el primero en anunciar su voluntad de candidatearse en las presidenciales de 2015, algo que le valió la enemistad de los sectores más leales a Cristina cuando todavía se especulaba con la posibilidad de una re-reelección.
Ahora, luego de una tregua con la Presidenta, debió ponerse al hombro la campaña, buscando algo difícil: conciliar la defensa de la gestión kirchnerista pero con la suficiente moderación y apertura como para reconocer que era necesario corregir errores en la economía y en la lucha contra la delincuencia.
Era claro que no podía ganar, pero cualquier resultado que implicara mejorar las distancias de Insaurralderespecto de Massa podrían implicar una victoria personal de Scioli.
“Si el resultado de Insaurralde hubiese sido aceptable, entonces Scioli podría mostrarlo como una victoria personal. Porque quedaría en evidencia que al oficialismo le va mejor cuando expone a sus dirigentes más componedores y esconde a sus elementos más irritantes, como Moreno, los dirigentes de La Cámpora o Hebe de Bonafini”, razona Alejandro Corbacho, docente de ciencias políticas de la Ucema.
Pero la estrategia se mostró errónea: no logró retener a quienes habían votado a Cristina en 2011 y ahora estándemandando un cambio. Pero además irritó al kirchnerismo más duro.
A Scioli le esperan días difíciles. Como deja en claro Artemio López, el politólogo más cercano al kirchnerismo, se viene una guerra de interpretaciones donde el gobernador tiene altas chances de ser etiquetado como “padre de la derrota”.
“El kirchnerismo sale ganando, porque va a ser la primera fuerza nacional, mientras la oposición aparece atomizada. Es la octava elección que gana el frente para la Victoria, y con esto Cristina se retira invicta“, analiza López.
En contraste, su visión sobre Scioli es claramente negativa: “Tiene una derrota importante en la provincia. Él es quien gobierna desde hace dos períodos y no pudo asegurar un triunfo, tiene un problema político muy fuerte con los intendentes que se le van con Massa”.
El mensaje es claro: allí donde el kirchnerismo gana -aunque sea con menos porcentaje de votos que hace dos años- es por mérito de Cristina; y en la provincia de Buenos Aires, se pierde por culpa de Scioli.
La conclusión de López ni siquiera necesitó ver el resultado del domingo: “Scioli ya no es la figura política de laprovincia, no deja una buena base, y sus problemas con los intendentes hacen que se haya puesto en duda su legitimidad. Lo que queda a simple vista es que ha perdido su calidad de candidato natural”.
Curiosamente, esta visión es compartida por el comando de campaña de Massa. En medio del festejo, Felipe Solá dejó en claro que el millón de votos de ventaja que el Frente Renovador sacó sobre el oficialismo no debe ser interpretado apenas como un rechazo a la política de Cristina a nivel nacional, sino como una fuerte crítica a la gestión de Scioli en la provincia.
¿Por qué el “massismo” se muestra interesado en pegarlo al más moderado de los kirchneristas? Es aún temprano para interpretarlo, pero puede suponerse que Massa ya considera que le sería más fácil competir con unkirchnerista “duro” antes que con Scioli, cuyo estilo es demasiado parecido al suyo.
“Los discursos de ambos se asemejan mucho. Al fin y al cabo, el discurso del gobernador es muy parecido: ya dijo que el Gobierno fracasó con la inflación y hay que pasar del crecimiento al desarrollo, que es algo muy de Lavagna”, afirma Marcos Novaro, director del Centro de Investigaciones Políticas.
Para este analista, ambos dirigentes apuntan al mismo público: “La misma zona gris donde están esos votantes que creen que las cosas están mal pero que también podrían estar mucho peor”.
En este sentido, Massa puede ser uno de los más interesados en que Cristina impulse una candidatura alternativa con alguien que cultive el “relato” en su versión pura y sin diluir.
Massa es parecido en parte a Macri y en parte a Scioli. Y depende de otros por el lado de la negativa, necesita que destruyan y fracasen, para que pueda seguir posicionándose como la mejor opción“, observa Novaro.
Lo cierto es que la carrera para la sucesión presidencial ya empezó. Las urnas dijeron quiénes son los que pueden aspirar a la sucesión, pero está claro que hay otro gran protagonista que incidirá de manera sustancial en esa carrera: Cristina Kirchner.
Es la gran incógnita de estas horas: cuál será la interpretación que la Presidencia hará sobre el mal resultado kirchnerista en la votación. Y qué tan dispuesta se encuentra a tomar medidas impopulares para corregir las distorsiones de la economía.
De ello dependerán muchas cosas: el clima social, la marcha de la economía y la aceleración de los tiempos políticos.

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