miércoles, 13 de marzo de 2013


 





Hoy habrá cuatro votaciones; llamado a la unidad.



ROMA.- Fumata negra: tal como se esperaba , ninguno de los 115 cardenales electores que ayer por primera vez depositaron su papeleta en una urna dorada ante el imponente fresco del Juicio Final de Miguel Ángel, en la Capilla Sixtina, obtuvo los 77 votos necesarios para ser elegido sucesor de Benedicto XVI y 266° jefe de la Iglesia Católica.
Mientras tanto, en la Plaza San Pedro miles de personas esperaban el momento bajo la llovizna para presenciar un espectáculo inimaginable hace apenas unos meses: la elección de un papa en vida de otro.
Por la mañana, en la misa de apertura del cónclave, el decano del Colegio Cardenalicio, Angelo Sodano, había hecho un llamado a la unidad. "Todos nosotros tenemos que colaborar para edificar la unidad de la Iglesia, ya que para realizarla es necesaria la colaboración de cada articulación, según la energía propia de cada miembro", dijo Sodano, citando a San Pablo.
"Todos nosotros estamos llamados a cooperar con el sucesor de Pedro, fundamento visible de tal unidad eclesial", agregó Sodano, en alusión a los ocho años de pontificado marcados por crisis evitables, intrigas y luchas internas en la Curia.
Sodano, que no entró al cónclave porque tiene 85 años, también trazó el perfil del próximo papa.
"La actitud fundamental de cada buen pastor es dar la vida por sus ovejas. Esto vale, sobre todo, para el sucesor de Pedro, pastor de la Iglesia universal. Porque cuanto más alto y más universal es el oficio pastoral, tanto más grande tiene que ser la caridad del pastor", dijo, en una frase que algunos interpretaron como una crítica a Benedicto XVI, que renunció al trono de Pedro el 11 de febrero pasado, lo que sacudió a la Iglesia.
Al comienzo de la homilía, sin embargo, Sodano agradeció el "luminoso pontificado" del papa emérito, lo que desencadenó un larguísimo aplauso en la Basílica de San Pedro.

El decano del Colegio Cardenalicio, que dirigió las congregaciones generales que precedieron al cónclave, indicó también como punto esencial de la agenda por venir, la misericordia.
"La misión de misericordia compromete a cada sacerdote y obispo, pero compromete aun más al obispo de Roma, pastor de la Iglesia universal", sentenció. Y recordó: "La máxima obra de caridad es precisamente la evangelización".
"Queremos implorar al Señor que a través de la solicitud pastoral de los cardenales quiera pronto conceder otro buen pastor a su Santa Iglesia", pidió. "Oremos para que el Señor nos conceda un pontífice que desarrolle con corazón generoso tal noble misión", concluyó.
Entre las decenas de religiosos, sacerdotes y obispos presentes en la misa solemne -celebrada en latín-, estaba el arzobispo Georg Gänswein, secretario personal de Benedicto XVI. Como prefecto de la Casa Pontificia, Gänswein, que se fue a vivir a Castelgandolfo junto al papa emérito, también estuvo presente en la sugestiva procesión que, por la tarde, los 115 cardenales electores protagonizaron para desplazarse desde la Capilla Paolina hasta la Capilla Sixtina, donde se encerraron cum clave para elegir a un nuevo papa.

Con sus hábitos púrpuras, en un clima de gran solemnidad, los cardenales, evidentemente tensos, entonaban el "Veni Creator Spiritus", himno en latín que invoca la ayuda del Espíritu Santo para la crucial elección.
Los 115 príncipes de la Iglesia juraron sobre el Evangelio puesto en el centro de la sala y se comprometieron a mantener el secreto absoluto sobre todo lo relativo a la elección papal.
El cardenal italiano Angelo Scola, el gran favorito de un grupo de cardenales "reformistas" -que buscan limpieza y transparencia después de un período de escándalos y venenos-, apareció, entonces, evidentemente emocionado y nervioso.
Su supuesto rival, el brasileño Odilo Scherer, arzobispo de San Pablo, de origen alemán y candidato del partido de los "romanos" de la Curia, que no quieren cambios, lució concentrado. Más tranquilo apareció el también favorito canadiense Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, que para muchos expertos podría convertirse en un candidato de compromiso entre las dos facciones. Ouellet, de hecho, trabaja en la Curia, pero es considerado alguien "limpio", ajeno a las feroces internas que salieron a la luz el año pasado con el VatiLeaks.

También el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, otra vez considerado papable, como en 2005 y que podría resultar la gran sorpresa, lucía sereno.
Las imágenes televisivas del comienzo del primer cónclave de la era moderna con un papa emérito vivo, probablemente mirándolas por TV desde Castelgandolfo, terminaron exactamente a las 17.34 locales. Fue cuando el maestro de las ceremonias litúrgicas pontificias, monseñor Guido Marini, siguiendo el antiguo ritual, pronunció con voz casi tímida el "Extra omnes", "todos fuera", que anuncia la salida de la Capilla Sixtina de todos los que no participan en la elección.
Acto seguido, tal como se había anunciado, el cardenal maltés, Prosper Grech, de más de 80 años, pronunció una última meditación para iluminar a los electores. Terminado esto, tanto él como Marini también dejaron la Sixtina. Y los 115 purpurados tuvieron su primera votación.
A las 19.41, la esperadísima fumata que salió de la Capilla Sixtina, a diferencia de lo ocurrido en 2005, cuando hubo dudas, fue de inmediato claramente negra. "Esta vez pusieron bien los fumógenos", comentaban satisfechos en la sala de prensa del Vaticano, donde nadie descartaba que hoy, cuando los cardenales tendrán dos votaciones por la mañana y otras dos por la tarde, pueda salir una fumata blanca. Sigue el suspenso

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